El estudio de fósiles homínidos han permitido determinar las adaptaciones que se produjeron cuando nuestros ancestros adquirieron el bipedismo para permitir que las embarzadas no perdiesen el equilibrio en los estados de gestación avanzados. Una de las adaptaciones fue el refuerzo de una de las vértebras lumbares que permitió que todo el peso descansase sobre las caderas.
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